Las ágatas son una de nuestras piedras preciosas favoritas, a pesar de pertenecer a la familia de las rocas volcánicas, está clasificada como pierda semipreciosas por su indiscutible belleza y dureza. Se forma a partir de variedades del cuarzo, en concreto, de la calcedonia. El diseño veteado se forma a partir de la sedimentación de cada capa, las ágatas se forman en las cavidades de las rocas volcánicas por donde se filtra el sílice creando esta propiedad veteada.

Muchas ágatas son huecas, ya que a menudo no se deposita la cantidad suficiente de solución silícea como para llenar toda la cavidad. En estos casos, la última deposición suele ser cuarzo o amatista, y se produce de forma tal que los cristales apuntan al interior del hueco. Se dice entonces que se ha formado una geoda.

Podemos encontrar 12 variedades de ágatas distintas, clasificadas por el color y sus propiedades espirituales:

Ágata Botswana, aumenta la creatividad.

Ágata verde, mejora la salud ocular y potencia la fertilidad.

Ágata marrón, mejora la energía emocional.

Ágata marina, mejora las relaciones de pareja.

Ágata de fuego, es la llamada piedra del amor, estimula la seducción.

Ágata coralina, mejora la creatividad e imaginación.

Ágata blanca, fortalecedor de la fé, acaba con los miedos y las inseguridades.

Ágata amarilla, aporta equilibro emocional.

Ágata azul, aporta propiedades relajantes.

Ahora que ya conoces la formación metamórfica de las ágatas y sus variedades, vamos a contarte la historia y leyendas que esconde esta piedra semipreciosa, o como la llamaba antiguamente la piedra de la ciencia. Se creía que las ágatas de la India tenía el poder de curar cualquier dolencia relacionada con los ojos.

Por otro lado, se decía que las ágatas egipcias curaban las picaduras de escorpiones y arañas. Las ágatas de Aleppo provenientes de Arabia, recibieron el nombre de “ágatas de ojo”, esto se debe a la estética de la propia piedra. Si realizamos un corte limpio a este tipo de ágatas su interior te recordará a la pupila e iris de un ojo.

En el Islam, llevar un anillo de ágata protegerá a su portador de los problemas y le aportará longevidad.

Como puedes ver, además de ser una piedra semipreciosa muy utilizada en el mundo de la joyería y bisutería por su calidad y belleza, también se utiliza en el mundo esotérico como amuleto por la cantidad de propiedades mágicas que se le han otorgado.